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Vicenç Ferrer "Català de l'any 2008”

Nota del 20 de junio de 2009

El pasado viernes 19 de junio de 2009, desencarnó Vicenç Ferrer a la edad de 89 años (1920- 2009), en su domicilio de la ciudad de Anantapur, tras agravarse su delicado estado de salud.
La materia tiene sus leyes. Una nueva etapa se abre ante él en la que con toda seguraidad podrá continuar su labor, ayudando a que su obra, que era su vida, siga adelante.

INTRODUCCIÓN

Tras la designación de Vicenç Ferrer (Barcelona, 1920), ex jesuita, como “Català de l’Any 2008”, el 02 de abril de 2009, a través de una votación popular cuya campaña fue promovida por Televisión de Catalunya y por “El Periódico de Catalunya”, nos parece oportuno y de completa actualidad insertar unas Reflexiones, que se publicaron en Flama Espirita número 98 (oct./dic. 2000) a raíz de algunas de las preguntas y respuestas que figuran en una entrevista que se le efectuó en ese mismo año.

Vicenç Ferrer, espíritu luchador por excelencia, en su juventud se afilió al Partido Obrero de Unificación Marxista “POUM”, fundado en Barcelona, el 29 de septiembre de 1935.

A los 16 años, durante la Guerra Civil Española, fue llamado a filas; participando en varias contiendas.

En 1944, dejó sus estudios de Derecho e ingresó en la Compañía de Jesús, que abandonó en 1970, contrayendo matrimonio con la periodista inglesa Anne Perry. Fundó el Fondo de Desarrollo Rural (RDT), que contó con el apoyo de Indira Gandhi.

En 1996, creó la Fundación que lleva su nombre.

A lo largo de toda su trayectoria ha ido recibiendo innumerables distinciones en reconocimiento a su labor.

El 20 de marzo de 2009, tuvo una embolia cerebral teniendo que ser ingresado de urgencia. El 25 de abril de este mismo año, le dieron el alta hospitalaria, y se está recuperando en su casa según mensaje de su esposa, que figura en la web de la Fundación.

Su modo de entender la JUSTICIA hizo que lo dejara todo, lanzándose a ayudar a cientos de miles de personas sumidas en la más profunda miseria. Ahí empezó su verdadera batalla, la de luchar y construir un entorno con sentido, dando sentido a miles de vidas; haciendo que se sintieran útiles; demostrando a ellos y al resto de la humanidad que son seres tan dignos como cualesquiera otros, portadores de las mismas potencialidades que los demás, pero con un handicap terrible: la pobreza y el olvido.



REFLEXIONES

María Calvo G.
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Publicado en F.E., 98 (oct./dic. 2000)

Hace pocos días, en un semanal dominical de fecha 16 de julio de 2000, leímos una entrevista realizada por Virginia Drake, bajo el título “El opio del pueblo es la pobreza” a Vicente Ferrer, ex jesuita, de joven anarquista, que mantiene en la India una organización dedicada a ayudar a salir de la miseria social y económica a los más pobres, a los intocables, que es como se les denomina en ese país.

Entresacamos los siguientes párrafos del reportaje, que nos acercan a las desigualdades existentes entre los hombres, al dolor humano real y palpable que sufren tantas personas, concretamente en la India, y las cuestiones que se plantea Vicente Ferrer al respecto:

(…)
“¿Cree que la madre Teresa de Calcuta separaba la vida espiritual de la buena acción?
La de Teresa de Calcuta era una acción individual para cada persona, para cada enfermo. Los cuidaba física y espiritualmente para morir, para que fueran felices mientras tanto, los consolaba y atendía mientras les llegaba la hora.

¿Hay un Dios para los ricos y un Dios diferente para los pobres?
Hay un misterio muy grande detrás de esta pregunta, un misterio tremendo que creo que algún día se solucionará.

Algunos piensan que es Dios quien permite y les manda las tragedias y las penas.
Yo muchas veces le digo a Dios: -¿Por qué lo has hecho tan mal? Yo, si fuera Tú, lo habría hecho mucho mejor. A veces pienso: Si yo, siendo tan malo, haría tanto bien, debe haber alguna explicación para que Aquél siendo tan bueno, permita que exista este mundo de la manera en que está.”
(…)

Interesante, ¿verdad? Se da cuenta de que alguna explicación tiene que haber ante las tragedias y pruebas que nos toca vivir, explicación que no le facilita su religión, pero que atisba que existe, y deja ver que en un futuro se sabrá.

Pero ya Léon Denis, el poeta del espiritismo, a finales del siglo XIX y en su obra titulada “Después de la muerte” (dentro de la parte V, capítulo LV, apartado séptimo), hace la siguiente apreciación a propósito de las desigualdades sociales:

“Mas, ¡cómo cambia el punto de vista, desde que el nuevo ideal viene a ilustrar nuestro espíritu, a servir de norma a nuestra conducta! Convencidos de que esta vida forma un anillo solo en la cadena de nuestras existencias, un medio de purificación y progreso, ya seamos ricos o pobres, cualquiera que sea nuestra condición, daremos menor importancia a los intereses de la actualidad. Una vez fuera de duda que todo ser humano tiene que renacer muchas veces en este mundo, pasando por todas las condiciones sociales, -supuesto que las existencias penosas y oscuras son muchísimo más numerosas, y la riqueza mal empleada lleva un reto tremendo-, todo hombre comprenderá que trabajando en mejorar la suerte de los humildes, de los desheredados, trabaja para sí mismo, porque ha de volver a la tierra y tiene nueve probabilidades contra diez de renacer pobre”.

También Allan Kardec, en “El Libro de los Espíritus” (cuestión número 931), señala:

“¿Por qué en la sociedad son más numerosas las clases que sufren que las felices?
Ninguna es completamente feliz, y lo que se cree felicidad encubre a menudo martirizadores pesares. En todas partes existe sufrimiento. Para responder, sin embargo, a tu pensamiento, te diré que las clases que llamas desgraciadas son más numerosas, porque la tierra es un lugar de expiación. Cuando el hombre haya hecho de ella la morada del bien y de los espíritus buenos, dejará de ser desgraciado, y aquélla será para él el paraíso terrenal”

Si nos fijamos en las grandes diferencias que existen entre las personas, en los sufrimientos que padecemos, en los desastres que ocurren, y que alcanzan a unas personas y a otras no, efectivamente, tiene que haber algo más, ya que solo vemos una parte pequeña de nuestra historia, que hemos vivido antes de esta vida y que volveremos a nacer sucesivamente, algo que, dentro de la doctrina espiritista, se viene estudiando, la reencarnación, que, como dice Hernani Guimaraes Andrade en su libro “Muerte, Renacimiento y Evolución”, formará parte en el futuro de la ciencia, como una ley más de la naturaleza, no siendo más patrimonio de creencias y religiones, y que da cumplida respuesta al tema de los desequilibrios sociales y personales.

Allan Kardec, en “El Libro de los Espíritus” (cuestión número 1), cuando preguntó a los espíritus “¿qué es Dios?”, éstos le respondieron “Dios es la inteligencia suprema, la causa primera de todas las cosas”, y que mediante una serie de leyes rige el universo, y nada tiene que ver con el Dios de las religiones, que ama y castiga a sus hijos, y les manda las tragedias y las penas, como dice el entrevistador.

Es necesario, pues, hacerse preguntas y buscar respuestas ante los “misterios” que rodean al hombre y su realidad. Allan Kardec las planteó a los espíritus y, utilizando una metodología especial, adaptada a la naturaleza del objeto estudiado, obtuvo una serie de contestaciones que dieron lugar al conjunto de libros que forman la codificación espiritista, aclarando muchas cuestiones hasta entonces ignoradas. Como ya hemos apuntado, en el futuro también la ciencia investigará acerca de los postulados estudiados por Kardec.