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Capítulo I – De las Causas Primeras

1.    Dios y la Ley Natural

DOCTRINA KARDECISTA (en adelante D.K.) – “El nuevo modelo comenzará por establecer que el universo no está estructurado, sino delineado. Sería, metafóricamente tal vez, una proyección de la intención divina, inteligencia suprema y causa primaria, centro ordenador y controlador, manifestado a través de la Ley Natural. Porque donde hay Ley existe necesariamente control.

COMENTARIO DE FLAMA ESPIRITA (en adelante F.E.) - En sentido estricto, delinear es “trazar las líneas de una figura” (R.A.E.[1]). Pensamos que el Universo debe necesariamente ser más que un delineamiento. Si es “una proyección de la intención divina”, esa Intención –debemos suponer- no es lógico que se proyecte de forma poco estructurada, siendo como es un reflejo directo de la Inteligencia Suprema.

D.K. – “En este modelo no existe espacio para la personalización del Ser Supremo, ni cabe el establecimiento de atributos, que lo humanizarían, porque el paradigma[2] disponible para pensar las virtudes es el humano.

F.E. - Es cierto que se ha de procurar evitar la personificación de Dios, pues de lo contrario lo estamos viendo “a imagen y semejanza nuestra”[3] . Las virtudes humanas, evidentemente, distan de manera inconmensurable de la Esencia de la Divinidad. A pesar de lo antedicho, Allan Kardec, enuncia en el cap. I del Libro I de “El Libro de los Espíritus”, los atributos de la Divinidad (apartados 10 a 13): eterna, inmutable, inmaterial, única, omnipotente y soberanamente justa y buena[4]. Creemos que no debe extrañarnos este estilo antropomórfico (que se ve reflejado en otras expresiones utilizadas por Kardec en sus obras), que debe enmarcarse en el contexto histórico (de gran presencia e influencia religiosas) en que se gestaron los conceptos espiritistas. Por otro lado, es indudable que Kardec comprendía perfectamente lo que era la Esencia de la Divinidad; como botón de muestra basta recordar la primera pregunta de “El Libro de los Espíritus” (“¿Qué es Dios?”).

D.K. – “Todas las Teologías, inclusive “El Libro de los Espíritus”, se apoyan en la actuación personal, directa de Dios.

F.E. - Siendo la Teología la “Ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones” (R.A.E.), podríamos aceptar que una cierta parte de la obra de Kardec se enmarcaría en esta definición. Sin embargo, los postulados espiritistas van mucho más allá de un contexto estrictamente teológico.

D.K. – “Esas ideas vienen del entendimiento primitivo sobre la acción de la divinidad como fuerza sobrenatural, a través de los fenómenos de la naturaleza. Con el tiempo, se corporificaron en la figura de un dios o varios dioses, que en las mitologías, se multiplicaban para nombrar y justificar los segmentos naturales y controlar la vida de las personas.

“El Libro de los Espíritus” establece el primado de la Ley Natural[5], que es producto de la voluntad o inteligencia divina, gobierna y controla los rumbos para la consecución de la armonía de la vida universal, tanto en el campo energético como personal.

"La existencia de la Ley Natural como centro irradiador del pensamiento divino es fundamental para comprender como el universo puede ser simultáneamente controlador y caótico. Para argumentar sobre esa polarización, podríamos aplicar la definición del electrón que puede ser corpúsculo y onda, sin alterar la estabilidad universal.

"El Universo tiene una unidad esencial manifestada en la infinita variedad de los factores. Un análisis ponderado de los hechos históricos, los avances de las investigaciones de la Física y el estudio del universo en general, muestran la inequívoca sabiduría que se expresa en la consistencia de los factores, en la directriz anónima, pero evidente, tanto en el mundo energético, como en el inteligente.


F.E. - Excelentes párrafos del Dr. Regis, concretados con un lenguaje moderno y acorde al siglo XXI. ¡Qué manera tan diferente de expresar la acción divina, tan alejada de toda personificación de Dios!

D.K. – “Hay, sin duda, una directriz básica, un delineamiento fundamental de los procesos del universo físico y mental, pero simultáneamente existe un espacio ilimitado para el ejercicio de factores concurrentes o contradictorios.

F.E. - Factores aparentemente contradictorios, ya que, como veremos en los siguientes párrafos, todos acaban confluyendo en el progreso sin fin del espíritu.

D.K. – “En el nivel energético, las mutaciones y formaciones, que originan la estructura móvil de las formas y de la materia.

En el nivel inteligente, a partir del libre albedrío, que es el elemento desencadenador del conflicto y de la solución.

Si el universo energético fluye, con sus leyes básicas, en una continua búsqueda del equilibrio, creando, destruyendo y recomponiendo los elementos que lo constituyen, el universo inteligente crea una persona específica, inmortal, única, definida en sí misma, que recorre una espiral evolutiva la cual, en el nivel corporal, tiene en la reencarnación su instrumento básico.

La Ley Natural expresa la sabiduría divina, con mecanismos extremadamente competentes, estableciendo el ritmo y la sucesión de los factores con el fin de ecuacionar, en el universo energético, tanto cuanto en el universo inteligente, el principio del equilibrio, actuando  a través de la ley de causa y efecto o de acción y reacción, herramienta de búsqueda del equilibrio, a través de  la reciprocidad de los factores.


F.E.
- Kardec expresaba lo mismo, con un lenguaje más clásico, en su comentario al apartado 617 de “El Libro de los Espíritus” (Cap. I del Libro III: “Ley divina o natural; Caracteres de la ley natural”).

“Entre las leyes divinas, las unas reglamentan el movimiento y las relaciones de la materia bruta, tales son las leyes físicas, cuyo estudio es del dominio de la ciencia.

“Las otras conciernen especialmente al hombre en sí  mismo y en sus relaciones con Dios y sus semejantes, y comprenden así las reglas de la vida del cuerpo, como las del alma. Tales son las leyes morales.”

De un modo muy evidente, el Dr. Regis supo captar perfectamente el pensamiento de Kardec.

 

2. El nivel energético


D.K. – “Todo se agita en una reciprocidad continua. La evolución está en la base de todos los procesos. El modelo contempla el aspecto físico y el energético sobre los cuales el ser inteligente actúa y reacciona, sometidos, uno y otro, aunque bajo formas diferenciadas, al mismo principio de orden y caos.

Kardec propuso la existencia de dos principios que se completaban y oponían: el principio material y el principio inteligente.


F.E. - Como veremos en la siguiente argumentación del Dr. Regis, esa oposición entre los dos principios es totalmente aparente. Antiguamente podía pensarse que la materia, que lo material, era enemigo de la virtud, de  lo  moral.  Hoy  comprendemos  que  el  mundo  material  es  el  escenario de nuestros esfuerzos progresivos y que la materia es, sin duda, nuestra aliada y no nuestra enemiga. También comprendemos que las encarnaciones en los mundos materiales son imprescindibles para nuestro crecimiento espiritual y, paradójicamente, también nos apercibimos que inicialmente aprendemos la existencia del mundo espiritual y nuestra condición de espíritus, durante nuestras andaduras en los terrenos de la materialidad.

D.K. – “El elemento material es la plataforma sobre a cual se desenvuelven los fundamentos de la actividad universal, en tanto que el ser inteligente actúa en cooperación, como la fuerza creativa y direccional del movimiento.

F.E. - Todo ello a pesar de que, en el momento presente en nuestro planeta, más que cooperación parece haber una oposición muy evidente al progreso material, medioambiental, de nuestro entorno físico. No obstante, comprendemos que, a largo plazo, los seres inteligentes de la creación, o sea los espíritus, hemos de colaborar necesaria e ineludiblemente en el progreso de los mundos materiales que habitamos.

D.K. - “La composición del elemento material está en constante análisis y ha cambiado constantemente, de modo que podemos llamarlo nivel energético. Filosóficamente, podemos pensar que él es el resultado de la interacción dinámica de fuerzas que resultan en un producto híbrido, en constante reciclaje.

Evitamos dividir al universo entre lo espiritual y lo material, ya que cada vez más se comprende la interacción positiva dinámica de los elementos. Más allá de eso, la materia dejó, hace mucho, de ser considerada un elemento amorfo; al contrario, es el elemento dinámico que se multiplica en producciones energéticas prácticamente infinitas.

Por eso, para clarificar el lenguaje, consideraremos el “principio espiritual” como el elemento dinámico incorporado a la materia, y el “principio inteligente” como el ser inteligente del universo.

En ese entendimiento, el “principio espiritual” sería una forma singular de mensajero “genético”, una energía intrínseca que moviliza las estructuras de la materia en la formación de los elementos básicos de la vida. Delante de esa singularidad, podemos admitir que esa fuerza está en el interior de la materia y que de ella forma parte, pero se distingue por su plasticidad y por la extrema capacidad para conducir energía.

Le compete energizar, fertilizar, direccionar la materia para que ella se torne capaz de sufrir la influencia de la inteligencia fuera de ella.


F.E. - La anterior definición y la enunciación posterior de características del “principio espiritual” nos recuerdan totalmente al principio vital y al fluido vital presentados por Kardec en “El Libro de los Espíritus” (Libro I, Cap. IV, apartados 60 a 70).

Encontramos muy acertada y actualizada, en un lenguaje más moderno, esa definición y concreción de funciones de ese “principio espiritual”; pero, no nos parece afortunada la sustitución de ese concepto de Kardec enunciado por él como “principio vital”. Precisamente, el significado de la vitalidad se aviene muy bien con la exposición hecha por el Dr. Regis. Además, al hablar en esos términos de un principio espiritual tan “material”, probablemente pueda causar desorientación en los lectores que, fácilmente, pueden tener asimilado el concepto espiritual con los conceptos de inmaterialidad o inteligencia.

3. El principio inteligente


D.K. – “La definición de Espíritu, en “El Libro de los Espíritus” dice que es la “individualización del principio inteligente”[6]. Entretanto, ese ser no es una partícula retirada de un todo indiferenciado, un reservorio de inteligencia...

Luego, es preciso entender que ese principio inteligente no es una alteración automática del principio espiritual, como parece suponer el dualismo espíritu-materia, sino una deliberada creación, que sigue un camino específico, aunque apoyándose, interactuando con los organismos y principios elaborados por la unión de los flujos energéticos y espirituales.

En la nomenclatura más actual, damos el nombre de “Principio Inteligente” al embrión del Espíritu, dotado de razón y sentimiento, fruto del proceso evolutivo.


F.E. - Dotados de razón y sentimiento, sí; pero, en potencia. Encontramos muy correcta esta definición de Principio Inteligente, así como el posterior desarrollo efectuado en los siguientes párrafos.

D.K. – “Los Principios Inteligentes son individualidades embrionarias que disponen de una energía íntima. Sometidos al proceso evolutivo y selectivo. Consiguen desenvolver la capacidad de trabajar los impulsos instintivos que les son inherentes, en el camino de estructurarse como seres conscientes de sí mismos, vale decir, Espíritus. Son seres singulares, individualidades permanentes, y, aunque están intrínsecamente ligados al elemento material, no se pierden en la disolución eventual de los elementos, ni en la disipación de la energía producida por ellos.

4. La secuencia evolutiva del principio inteligente


D.K. – “La Ley Natural establece una secuencia fundamental para la evolución de los seres: sobrevivencia, convivencia y productividad. Es por esa secuencia fundamental que los seres, en una sucesión continua y perfeccionada realizan su auto-desenvolvimiento.

Secuencialmente, el impulso agresivo estructural del ser se transforma en voluntad, la cual le garantiza la sobrevivencia; en deseo, que permite la convivencia y la búsqueda de la felicidad, que crea una productividad capaz de propiciar el placer.

Embrionario, el ser se somete a un largo proceso de experimentación y reciclaje, adquiriendo penosamente condiciones para determinar, paulatinamente, su propio camino, hasta adquirir un status propio, alcanzar el nivel intelectual y afectivo que otorga especificidad al Espíritu humano.


F.E. - Encontramos muy acertados y correctos estos planteamientos del Dr. Regis. Expresados en un lenguaje actual, exentos de cualquier atisbo de antropomorfismo y con una estructuración original. Solamente encontramos a faltar una mayor concreción de dónde y de que forma se produce ese proceso evolutivo. Se sobreentiende que ese proceso se desenvuelve en los reinos inferiores de la Naturaleza, conforme se lee en algunos párrafos de “El Libro de los Espíritus”[7] y de “La Génesis”[8]. Sin embargo, pensamos que es adecuado el mencionarlo de una manera expresa, para así evitar cualquier equívoco.

D.K. – “Ese esquema no solamente solidifica el entendimiento evolutivo, que es la base de la teoría espírita, sino que derrumba, deshace, cualquier vínculo con la teología cristiana sobre la caída, el pecado original y el esquema punitivo del universo.

F.E. - Este último párrafo de este capitulo incide en un tema importantísimo, que es el de desvincular claramente a la Filosofía Espiritista de aspectos tan contrapuestos a la acción del libre albedrío (siendo este el motor de nuestra evolución personal, por restringida que pueda ser su acción en función del nivel evolutivo de cada cual), como son los mitos de un supuesto pecado original de la humanidad y sobre la “caída” desde situaciones superiores de vida. Sin duda hay, o ha habido, espíritus que han encarnado en este planeta procedentes de otras civilizaciones extraterrenas (siendo inmigraciones de espíritus poco adecuados para el contexto evolutivo de esos otros planetas) y que, probablemente, han traído grabado de manera profunda –en su inconsciente- el recuerdo de tiempos mejores en mundos mejores. Pero de ahí, a suponer que todos los seres humanos de este planeta estamos afectados por la supuesta rebelión de unos pretendidos ángeles, hay un abismo. Ver al respecto en la obra de Kardec “La Génesis”, en su capítulo XI, apartados 33 al 50 (“Emigraciones e inmigraciones de los Espíritus”, “Raza adámica” y “Doctrina de los ángeles caídos y del Paraíso perdido”).


[1] Definición del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
[2] Ejemplo o ejemplar.
[3] Tampoco parece acertada la expresión contraria y típica de que el ser humano fuera creado “a imagen y semejanza de Dios”. Dios  es eterno  e  infinito;  los espíritus somos inmortales -que no eternos- y finitos; por lo tanto son dos realidades -Dios y los espíritus- no comparables.
[4] También en “La Génesis” comenta Kardec de manera más amplia los atributos de Dios (Cap. II, apartado “De la Naturaleza Divina”).
[5] Ver el Cap. I del Libro III de “El Libro de los Espíritus” (“Ley divina o natural”)
[6] Capítulo I del Libro II, apartado 79. 
[7] Apartados 540, 607 y  613 (nota)
[8] Capítulo XI, apartados 15,16 y 23