Home Doctrina Kardecista Oculto Capítulo VI - Entendiendo la Reencarnación

Capítulo VI - Entendiendo la Reencarnación

1. Consideraciones Generales

DOCTRINA KARDECISTA (en adelante D.K.)- “El entendimiento de la reencarnación está ligado a todo el espectro vivencial del ser humano.

“Carácter, dolor, placer, desvíos morales, perversiones y santificaciones que definen el comportamiento de las personas fueron desarrollados a través de las vidas sucesivas y por medio de ellas, serán resueltos.

COMENTARIO DE FLAMA ESPIRITA (en adelante F.E.) – En el camino reencarnatorio se suceden las vivencias humanas y extra-físicas -buenas, reconfortantes y emotivas, unas; malas, tristes, y duras, otras-; todas ellas encaminadas a ese fin supremo que es el progreso. Sin duda la teoría reencarnacionista es, y más que lo será, la punta de lanza del Espiritismo por ser:

 

  • “desde el punto de vista moral, plenamente satisfactoria;
  • “desde el punto de vista filosófico, absolutamente racional, y
  • “desde el punto de vista científico, verosímil y, mejor aún, probablemente verdadera[1]”.

 

2. La técnica reencarnatoria

D.K. – “La reencarnación es un proceso natural, psíquico-físico. Ocurre automáticamente siempre que se cree un clima vibracional en consonancia con la fecundación del óvulo en el vientre materno.

“Entre tanto, según “El Libro de los Espíritus”, puede ocurrir que se produzca la gestación, sin atraer a un Espíritu:

“356. ¿Hay niños nacidos muertos que no estaban destinados a la encarnación de un Espíritu?

- Sí, los hay que no tuvieron jamás asignado a su cuerpo un Espíritu. Para ellos nada debía realizarse. En tal caso, sólo por los padres llegó ese niño.

a) Un ser de tal naturaleza ¿puede llegar al tiempo normal de nacimiento?

- Sí, en ocasiones, pero entonces no vive.

b) Todo niño que ha sobrevivido a su nacimiento ¿tiene pues, por fuerza, un Espíritu encarnado en él?

- ¿Qué podría ser sin Espíritu? No sería un ser humano.”

“Iniciamos con esa excepción, para mostrar que el pensamiento lineal sobre la reencarnación puede ser deficiente.

F.E. – Sin duda distamos un buen trecho, todavía, en comprender plenamente el mecanismo del proceso reencarnatorio. Así mismo, aceptamos que algunas de las preguntas insertas al respecto en El Libro de los Espíritus pueden desconcertarnos en cierta medida. Así y todo, también pensamos que es imprescindible partir desde el conocimiento  formalizado por Kardec, si se desea ahondar con seguridad en los entresijos de esa gran Ley.

D.K. – “La reencarnación, en principio, es una acción natural, propia del proceso evolutivo. Sin ella, no sería posible al principio inteligente adquirir experiencia, superar etapas y, en fin, tornarse un Espíritu. Ocurre sin la necesidad de programación previa y es ejecutada sin auxilio de los Espíritus.

“La mayoría reencarna atraída por el deseo de volver al cuerpo y es imantada, digámoslo así, por el cono energético formado por la fecundación del huevo en el útero materno. Es una operación integrada, programada por la naturaleza, realizada en el plano mental y físico a través de la mente materna.

F.E. – Realmente no sabemos imaginarnos que el proceso reencarnatorio, o cualquier otra actividad natural, no esté tutelado por Espíritus instruidos y conocedores en profundidad de ese proceso en cuestión. Si, por analogía, consideramos las circunstancias que van, en el plano material, desde los primeros compases de la fecundación hasta el nacimiento de la criatura, se puede observar -especialmente en los países denominados del primer mundo- una sucesión de previsiones y programaciones (visitas médicas, control de la salud de la madre,…) que han de coadyuvar a que la gestación llegue a buen término. Por ello, se nos hace cuesta arriba aceptar que el Equipo Directivo de esta Escuela Primaria, llamada Tierra, pueda estar al margen de una de las situaciones más determinantes para el futuro del ser humano, como es el diseño de una nueva reencarnación. Estamos de acuerdo con el Dr. Regis en que la Naturaleza rige y ampara todo el devenir de los que integramos -tanto en el plano material como en el plano extra-físico- el conjunto de Espíritus adscritos a esta Escuela; pero, también, pensamos que el Mundo Espiritual es, en cierto modo, uno de los elementos que trabajan en el seno de las Leyes Naturales[2].

D.K. – “La encarnación del Espíritu comprende esa operación en el plano mental y toda la maravillosa progresión de desenvolvimiento del embrión que resultará, progresivamente, en el feto y después en el niño.

“Con  eso  queremos  dejar  claro  que  la  reencarnación  por ser un hecho natural está integrada mental y corporalmente, de tal manera que el desarrollo del embrión en el útero materno es la base fundamental para desencadenarla.

“La información según la cual, el Espíritu se liga al feto en el momento exacto de la fecundación del huevo, requiere ser mejor entendida. En verdad, él comienza por vincularse a la madre, lo cual significa que, una vez que ha sido creada la condición físico-mental en el cuerpo y en la mente materna, se abre el “cono imantador” atrayendo y, en cierta forma, aprisionando el Espíritu.

“Perdiendo el periespíritu, el reencarnante se liga, por el cuerpo mental a la mente y al ambiente energético generado por la gestación en el cuerpo y por el periespíritu materno.

“Paso a paso con la gestación, el Espíritu inicia el período de perturbación prenatal, en el cual su mente entra en un proceso de restricción para adecuarse al nuevo organismo y crear una nueva personalidad. Ese “período de perturbación” comprende:

1) Período de desestructuración, donde el reencarnante entra en confusión mental, perdiendo contacto con su personalidad actual. En ese período el periespíritu se deshace y permanecen, el Espíritu en sí mismo y su cuerpo mental, por el cual se liga directamente a la mente materna.

2) Período de incorporación, cuando se realiza precisamente la reencarnación y el feto se transforma en niño.

“En rigor, el Espíritu no se liga al feto, como explica “El Libro de los Espíritus”:

“353 (...) ¿podemos considerar al embrión como poseyendo un alma?

- No tiene pues, hablando con propiedad, un alma, ya que la encarnación está sólo en vías de operarse. Pero se encuentra unido al alma que debe poseer.

“En consecuencia al nacer el niño se inicia la creación del periespíritu que identificará el Espíritu en la encarnación actual.

“Se da inicio entonces al período de estructuración, cuando el reencarnante comienza a reestructurarse mentalmente, construyendo una nueva personalidad e integrándose a la realidad ambiental en que se localiza.

F.E. – Estos párrafos anteriores nos adentran en una nueva manera de considerar la sucesión de situaciones que se dan antes de la fecundación del óvulo, después de la misma y en el tiempo que transcurre hasta el nacimiento de la criatura. Según la manera espiritista clásica de considerar esta sucesión de momentos importantes: “La unión empieza en la concepción[3]; y aún se puede ir más allá, pues, de acuerdo con la cooperación antes mencionada de Espíritus especialistas en diseño (a grandes trazos) de futuras vidas, podemos pensar que antes de la concepción y, posiblemente, mucho antes de ese momento cumbre, ya han podido establecerse relaciones entre el Espíritu errante y los futuros padres para poder facilitar esa unión espíritu-embrión; o, más técnicamente hablando: unión Espíritu/periespíritu-embrión. “Desde el momento de la concepción, la turbación empieza a apoderarse del Espíritu (…) La turbación va aumentando hasta el nacimiento[4].” Es decir, el Espíritu va perdiendo la noción de su pertenencia al mundo espiritual para ir integrando, cada vez más, su periespíritu al cuerpo en formación. El periespíritu representa la “Idea directriz[5], que será la que -conjuntamente con el material genético aportado por los padres- conformará el nuevo cuerpo[6].

La forma de considerar ese proceso de integración espíritu/periespíritu-embrión es sensiblemente diferente en la exposición del Dr. Regis, o, al menos, así lo parece. Sintéticamente el autor propone que:

 

  • El desarrollo del embrión desencadena el proceso reencarnatorio.
  • Antes de la unión con el embrión, el espíritu se vincula a la madre, siendo atraído, después,  por el “cono imantador”.
  • El reencarnante pierde su periespíritu y se une, a través de su “cuerpo mental” con la mente de la madre.
  • Se inicia el período de turbación prenatal que comprende: la pérdida del periespíritu (sólo queda el Espíritu y su “cuerpo mental”), y el período de realización de la reencarnación.
  • Nada que objetar a los dos primeros apartados de ese resumen (sólo se podría discutir sobre la idoneidad de ese término: “cono imantador”).

 

La parte más llamativa y diferente es esa aseveración de que el periespíritu del reencarnante se “deshace”, quedando sólo el “cuerpo mental”. Como ya hemos visto, autores como Gabriel Delanne otorgan una gran importancia a la función del periespíritu (la “idea directriz”); por ello no concebimos que su función, durante el proceso reencarnatorio pueda realizarse sin su concurso. A no ser que estemos considerando al periespíritu, en su composición y funciones de una manera incorrecta. Debemos reconocer que aún sabemos poco sobre qué es y qué hace esa estructura llamada periespíritu o cuerpo espiritual. Tal vez aquí resida parte del problema ya que, en el contexto espiritista, hay quienes suponen que ese “cuerpo espiritual” sería, realmente, un cuerpo casi parecido al físico, con todos sus órganos (incluso hemos oído a algún expositor espiritista afirmar que ¡el periespíritu “tiene” sangre!). Gabriel Delanne decía: “Mediante las experiencias espiritistas hemos podido comprobar que los espíritus tienen la forma humana, y que esta forma no es meramente aparente, sino que el periespíritu es todo un organismo fluídico sobre el cual se modela la materia que se organiza para confeccionar el cuerpo físico.” (“La evolución anímica, cap. I, apartado “Utilidad fisiológica del periespíritu”). ¿Es esto así? ¿Tiene órganos el periespíritu, análogos a los del cuerpo material? Pensamos que no, más bien creemos que el periespíritu es una estructura energética, de la que estamos todavía lejos de saber su composición y funciones; estructura que contendría una especie de software en el que estarían registrados todos los logros biológicos conseguidos por el Espíritu a lo largo de sus numerosísimas encarnaciones en el ámbito físico. Por lo tanto no necesita tener órganos como el cuerpo físico. Una analogía nos ayudará a dar más cuerpo a esta propuesta: en el ámbito material, cada día que pasa la ciencia nos ofrece estructuras más y más mínimas para almacenar una inmensidad de datos. ¿Deberíamos pensar, pues, que las estructuras materiales de que se sirve el Espíritu (como, por ejemplo, el periespíritu) no pueden ser, no han de ser, aún más sofisticadas?

Entonces, ¿cómo hemos de considerar la propuesta de Jaci Regis al respecto de la “pérdida” del periespíritu durante el proceso reencarnatorio? Podríamos aceptarla siempre y cuando supusiéramos que:

 

  • El software antes mencionado estuviera en el “Cuerpo mental[7]
  • Que la “parte” del periespíritu que se pierde fuera sólo la forma que adopta el Espíritu, forma que sí que es un calco exterior de la forma humana de su última encarnación. Tal vez, pueda ayudarnos, por analogía, un concepto no espiritista como es el “doble etérico[8]”. Éste, sería una réplica del cuerpo humano con funciones de distribuidor de vitalidad hacia el cuerpo y de actuar como intermediario entre el cuerpo denso y el cuerpo astral[9]. Este  doble  etérico  acabaría  desintegrándose  después  de la muerte del cuerpo. Tal vez -repetimos- podría suponerse, por analogía, que pudiera haber en el periespíritu una fracción del mismo que sólo fuera de utilidad durante la vida material (constituyendo, después, en la situación de erraticidad, un elemento identificativo del Espíritu), y que pudiera “deshacerse” durante la gestación para dar lugar a otra fracción periespiritual adecuada al nuevo cuerpo en formación. Reiteramos que todo esto es una mera especulación, para intentar encajar la propuesta del Dr. Regis.

 

 

D.K. – “Motivaciones”

“330. ¿Conocen los Espíritus la época en que han de reencarnar?

- La presienten, del modo que el ciego percibe el fuego al que se aproxima. Saben que deben volver a tomar un cuerpo, así como sabéis vosotros que habréis de morir algún día, pero sin conocer el momento en que esto sucederá. (Véase parágrafo 166).

a) La reencarnación ¿es, por tanto, una necesidad de la vida espírita, de igual manera que la muerte constituye una necesidad de la vida corporal?

- Con toda seguridad, así es.

“La naturalidad con que “El Libro de los Espíritus” trata del tema contrasta con la confusión religiosa que vincula la reencarnación a las nociones de culpa o castigo.

“En verdad, el Espíritu reencarna porque vive y no porque tiene culpa.

F.E. – Lo cual no es óbice para aceptar que las consecuencias negativas no resueltas, provocadas en encarnaciones anteriores, deberán ser reconducidas, inevitablemente, en otras vidas materiales. Ello no implica en ningún modo la noción de culpa y castigo, sino la de error y superación de ese error.

3. La reencarnación es una verdad existencial

D.K. – “La idea de que toda la reencarnación está perfectamente planeada parece bastante irreal. Cada  Espíritu  trae  en  sí  mismo  su  proyecto  de  vida,  consciente  o  no. Hundido en el mundo corpóreo, con él se identifica y se consolida como si nunca hubiese existido antes. Sigue enfrentando las exigencias, conflictos y experiencias que cada vida ofrece. Dentro de esa perspectiva, usa su capacidad de pensar, de crear, de comprender y recrear, de enfrentar y resolver los conflictos.

“Incluido o excluido socialmente, integrando o no una familia, esté siendo bien organizada o no, el Espíritu es él mismo, decidiendo el rumbo a tomar. Puede ser exitoso o no, adelantar pasos en la evolución o quedar estancado.

“Su mente producirá imágenes y decisiones que grabarán su camino.

“Experimentará dolor, soledad, aislamiento, amor, amistad, virtudes y errores conforme vaya haciendo uso de su libre albedrío en el medio ambiente en que practica. Tendrá un cuerpo sano o enfermo; mantendrá la salud del cuerpo o la arruinará por los vicios o el mal empleo; tendrá o no capacidad para el raciocinio; aprenderá con mayor o menor facilidad.

“Crecerá o se paralizará sin estar motivado para superar los desafíos creados por la vivencia. No estará solo, pero dependerá esencialmente de sí mismo. O sea, en rigor, la reencarnación es una aventura existencial que envuelve, desde el primer momento, al reencarnante, a su madre, a su padre y después a todos los que participan en el ambiente social en que se aloja.

F.E. – Estamos totalmente de acuerdo con esta lúcida exposición del autor. Pensamos que el camino a recorrer en una determinada vida puede estar delineado a grandes trazos y que nosotros, en virtud de nuestro libre albedrío, vamos conformando los derroteros de esa encarnación. Lo que sí creemos que están perfectamente planificadas son las condiciones iniciales de ese camino: familia, país, situación económica, salud inicial del cuerpo,… A partir de ahí, la responsabilidad es exclusivamente nuestra. También es aceptable pensar que grandes e importantes situaciones que se vayan a presentar en esa vida (situaciones muy dificultosas, accidentes traumáticos,…) puedan ser indispensables para el correcto desarrollo del aprendizaje propuesto y que, su aparición en nuestro camino, pueda ser aparentemente fatal; mejor dicho, inevitable.

4. La reencarnación planeada

D.K. – “Dentro de ese aparente caos, cada Espíritu puede efectuar una planificación previa. Pero eso es posible sólo cuando ha alcanzado un estadio de reciprocidad y se ligó a Espíritus con conocimiento y superioridad, capaces de orientar, saber e influir en el proceso reencarnatorio.

“Hay reencarnaciones planeadas para el desenvolvimiento social. En ese caso, los espíritus serán orientados o direccionados para que alcancen determinado objetivo, sujetos todavía, al libre albedrío.

“Digamos que el sistema se organizará para ofrecerle condiciones que le permitan alcanzar el objetivo trazado. Para eso existen fuerzas y Espíritus capaces.

“En ese caso, establecen lineamientos previos y pueden recibir la compañía de Espíritus evolucionados.

“El término delinear es bien claro: significa esbozo, líneas generales, marcos principales y no una planificación estricta o un mapa detallado. Es una combinación del reencarnante con el grupo al que se afilia y el libre albedrío. Esto se dice en “El Libro de los Espíritus”:

“859ª. - Mas no vayas a creer que cuanto sucede esté ya escrito, como dicen Sólo los grandes dolores, los sucesos importantes, que pueden influir sobre lo moral, han sido previstos por Dios, porque resultan útiles para tu instrucción y purificación.

F.E. – Totalmente de acuerdo con este planteamiento. Sólo añadir que, aunque no seamos Espíritus con una cierta evolución contrastada, no por ello dejaremos de tener el apoyo y la orientación de nuestro Espíritu protector, que tutelará nuestro deambular por la vida material; pero, sin ser, nunca, un “guía” de nuestra trayectoria: el camino debemos andarlo por nosotros mismos.

5. La escogencia de las pruebas

D.K. – “En el imaginario espírita, el sufrimiento, el dolor y las condiciones sociales del ser humano son, casi siempre, la consecuencia de los errores del pasado. Creen que muchos escogen pruebas difíciles con el objeto de apresurar el pago de sus deudas con la divinidad o consigo mismo.

“Esa idea se transformó en una regla según la cual, antes de encarnar, el Espíritu establece las dificultades, los problemas, las pruebas y expiaciones que serían necesarias para resarcir “culpas del pasado”. De este modo, la vida corpórea del Espíritu fue clasificada básicamente como una oportunidad de sufrir para regenerar y crecer moralmente.

“El siguiente trecho de un artículo publicado en un periódico espírita especifica lo que se piensa generalmente: “La reencarnación es oportunidad, es retorno al campo de luchas materiales y busca, antes que todo, liquidar o disminuir deudas contraídas en experiencias anteriores o, también, abonar créditos para la vida futura”. Así, escoger pruebas, cuando eso acontece, es un plan de intenciones.

F.E. – Kardec tenía perfectamente claro este tema: Tampoco debe creerse que todo sufrimiento en la tierra sea necesariamente indicio de una falta determinada; a menudo son simples pruebas elegidas por el espíritu para acabar su purificación y activar su adelantamiento. Así es que la expiación sirve siempre de pruebas, pero la prueba no es siempre una expiación; pruebas o expiaciones son siempre señales de una inferioridad relativa, porque el que es perfecto no tiene necesidad de ser probado”. (“El Evangelio según el Espiritismo”, Cap. V, núm. 9).

Tal vez quede aún más claro en este texto del Dr. Geley (“La reencarnación”): “El mal no constituye necesariamente la sanción del pasado. Antes por el contrario, mucho más a menudo el mal es, en el actual estado evolutivo, consecuencia del nivel general inferior de dicho estado evolutivo. El ver sistemáticamente, en el sufrimiento de cualquier ser, la consecuencia de actos anteriores, sería pues para los reencarnacionistas una grosera falta de lógica. Contrariamente, lo que se puede afirmar es que la sanción verdadera, la de la justicia inmanente, está siempre proporcionada de un modo riguroso al grado de libre albedrío existente en el individuo, vale decir, al nivel de elevación intelectual y moral del ser.”



[1] Dr. Gustave Geley, “La Reencarnación” (Encuesta Calderone).

[2] “… y el Espiritismo, con el concurso de los médiums videntes, nos reveló el mundo de  los Espíritus, que es también una de las potencias activas de la naturaleza.” (El Libro de los Médiums”, cap. VI, núm. 103).

“… pues los Espíritus son una de las potencias de la Naturaleza y los instrumentos de que Dios se sirve para el cumplimiento de sus designios providenciales.” (“El Libro de los Espíritus”, núm. 87).

[3] “El Libro de los Espíritus”, núm. 344.

[4] Id. núm. 351

[5] Ver “La Evolución anímica” de Gabriel Delanne, capítulo 1º.

[6] “La célula primitiva es absolutamente la misma en todos los vertebrados; nada en ella indica que dará nacimiento a tal individuo mejor que a tal otro, puesto que su composición es idéntica para todos. Es preciso, pues, admitir la intervención de un nuevo factor que determine en qué condiciones ha de ser construido el edificio vital, y este factor no puede ser otro que el periespíritu, que es quien contiene en sí el propósito determinado, la ley todopoderosa que servirá de regla inflexible al nuevo organismo y le señalará, según el grado de su evolución, el lugar que debe ocupar en la escala de las formas. Esta acción directriz tiene lugar en el embrión.” (Gabriel Delanne, “La Evolución anímica”, cap. I, apartado “la idea directriz”).

[7] Continuamos sin comprender la utilidad de esta denominación empleada por el Dr. Regis.

[8] Este es un concepto interesante que, con una adecuada reflexión y adecuación, pensamos que podría incorporarse al contexto espiritista como siendo una de las fases constitutivas del periespíritu. Para más información puede consultarse la obra de Arthur Powell: “El Doble Etérico”.

[9] “Doble etérico”, “cuerpo astral”, cuerpo denso”, no se corresponden con la nomenclatura espiritista; pero, pensamos, que pueden ser de utilidad para entender mejor el tema tratado.