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Capítulo VIII – El Objetivo de la vida

DOCTRINA KARDECISTA (en adelante D.K.)- “En la visión cristiana, el ser humano es un cuerpo con un alma, creada por Dios, cuando un niño es generado en el útero materno. Sensorialmente, nacemos, vivimos y morimos. El alma, no obstante, es inmortal y después de la muerte su destino es la inexorable y eterna pasividad contemplativa o el arder en las llamas infernales.

COMENTARIO DE FLAMA ESPIRITA (en adelante F.E.) – Partiendo de la misma base: la vida corporal, las condiciones de vida después de la muerte del cuerpo colocan al Cristianismo oficial (que no, evidentemente,  a los que nos identificamos con la personalidad, trayectoria y enseñanzas de aquel filósofo llamado Jesús de Nazaret) en una posición contrapuesta con el Espiritismo; éste es la esperanza en una mejor situación en la vida futura, adquirida con esfuerzo y denuedo; aquél es la beatitud eterna o el sufrimiento sin fin.

D.K. – “Bajo el punto de vista biológico, el ser humano es un cuerpo dotado de un cerebro que lo identifica y está destinado a la muerte.

“El nuevo modelo identifica al ser humano, prioritariamente, como un Espíritu inmortal, evolucionando a través de sucesivas encarnaciones. Reconociéndose la fundamental importancia de la vida corpórea para el Espíritu, es, sin embargo, un segmento de la vida, en su expresión imperecedera, progresiva y dinámica.

F.E. – Concordamos plenamente con el Dr. Regis en cuanto a la importancia de las vidas materiales; ellas son las que nos conducen, poco a poco, a la comprensión de la Otra Realidad, de la Verdadera Realidad. Pensamos que en este tema es en el que mayor esfuerzo pedagógico debería realizarse hacia las personas que, incipientemente, se acercan a la doctrina espiritista, presentando en muchas ocasiones grandes dudas acerca de la necesidad de vivir (y sufrir) en los mundos materiales, cuando, aparentemente, todo ese progreso podría realizarse después de la desencarnación -piensan- en el mundo espiritual. Ésta es una posición muy parecida a la de los espiritistas (o, mejor dicho, espiritualistas) anglosajones. Esta posición es más fácil, es más relajada, en cambio, el Espiritismo nos ofrece la visión de una trayectoria esforzada, dura -muy dura, en ocasiones-, nada relajada y llena de dudas. Sin embargo, la estructura evolutiva es como es y así debemos aceptarla. Seguro que, sin ningún atisbo de duda, si la Inteligencia Suprema así lo ha dispuesto, es que ésta es la mejor manera de aprender. Por otro lado, complementando la anterior posición, lo realmente bueno de la vida, es decir, la sabiduría, la honorabilidad, la serenidad…, solamente se conquista con mucha dedicación y trabajo, ya que, evidentemente, sólo lo que se adquiere con esfuerzo es valorado de verdad y, además, es lo único que sedimenta realmente en el Espíritu.

D.K. – “Mientras que la teología señala una inmortalidad pasiva, definitivamente determinada, el nuevo modelo muestra la inmortalidad dinámica, armoniosa, satisfactoria, esperanzadora o sufridora, conflictiva,  caótica, pero gloriosamente capaz de dar al ser inteligente la continuidad de sí mismo, atemporalmente.

“Tal modelo aclara, abre perspectivas, para explicar el porqué de la vida.

F.E. – Tal modelo, siendo como es un sistema evolutivo, filosófico y moral[1] completo -que no perfecto, ya que todo sistema es perfectible, y el Espiritismo no se escapa de esa norma- es, sino la única, sí una de las mejores explicaciones del porqué de la vida.

D.K. – “¿Por qué vivimos, al final? Esa cuestión se basa, sobre todo, en la perspectiva de un fin, de una meta a ser alcanzada, pero no existe una meta u objetivo final para el ser inteligente. La vida permanente, inmortal, es la propia razón de vivir.

“Si el Espíritu es inmortal, vivir es su destino.

F.E. – “Si el Espíritu es inmortal, vivir es su destino”: afirmación aplastantemente lógica, coherente y sustentadora de la idea de una evolución indefinida. Siempre quedará algo por aprender, algo por realizar, algo por considerar.

D.K. – “Todo el esquema evolutivo consiste en hacer esa continuidad existencial lo más feliz y productiva posible. Formamos parte del conjunto vibrátil, y en ciertos aspectos, misterioso del universo.

“Sabemos que vivir significa la construcción del carácter y de la personalidad saludable, equilibrada, con interacción e integración gradualmente compensatoria consigo y con los otros. Hay un dinamismo continuo, un reciclaje permanente, apuntando siempre hacia un horizonte mejor.

F.E. – Sin duda hay un “horizonte mejor”. No podemos permitirnos que la desazón, el agobio y la falta de perspectiva (a causa de nuestra ignorancia) ante los acontecimientos mundiales que, más bien,  al menos aparentemente, parecen llevarnos hacia horizontes morales y materiales, complicados o incluso catastróficos, puedan hacernos perder de vista esa realidad de la evolución global, inexorable y siempre ascendente de la Vida. De ninguna de las maneras hemos de aceptar que el “Staff directivo” de nuestro planeta pueda estar haciendo las cosas mal o con poco criterio. Hemos de tener la seguridad de que estamos bajo una buena dirección. Además, en última instancia, el “Patrón” de esta evolución (Dios) es infalible.

D.K. – Significa pleno desenvolvimiento de sí mismo, alcanzando la sabiduría para la aprehensión de los fundamentos universales y liberando el potencial afectivo a niveles positivamente productivos y recíprocos en la relación con los otros y con el medio ambiente, que son las bases de la felicidad.

F.E. – Tiene razón el Dr. Regis en incluir el respeto al medio ambiente como una de las bases de la felicidad. Siendo como es la Tierra nuestro hábitat físico, el lugar donde hemos de pernoctar en múltiples jornadas, nos conviene mantenerlo limpio y ordenado para vivir en él con más comodidad y provecho, ahora y en el futuro.

D.K. – “El objetivo de la vida, para el Espíritu es la plena felicidad.

“Si decimos que todo se armoniza en el universo y que el ser inteligente participa de esa armonía como pieza fundamental y que dispone de oportunidad y capacidad para evolucionar de “simple e ignorante” hacia las más altas posiciones de inteligencia, ética, moral y conocimiento, cuyo objetivo es la felicidad, la plenitud, tal vez tengamos la respuesta posible para el objetivo de la vida.

“O sea, la vida ofrece al ser inteligente la oportunidad de ser feliz. La felicidad del ser inteligente es la única forma de comprender los mecanismos de la vida universal.

“Podemos pensar que la creación del ser Inteligente obedece a la planificación de la vida universal. A pesar de los esfuerzos de la ciencia, tanto como de la religión, en circunscribir la vida al cerebro físico, todavía en la visión sensorial que considera al hombre un ser para la muerte, la experiencia indica que la pretensión de explicar el comportamiento humano mediante una constitución exclusivamente cerebral, no resiste ante el cuadro de desigualdad y diversidad de reacciones humanas, las cuales si se debieran solamente a la acción cerebral deberían repetirse indefinidamente. La individualidad y la personalidad de los seres humanos permiten comprender la naturaleza inteligente, inmortal del Espíritu[2].

F.E. – Magistral final de trayecto por parte del autor. Resaltemos en estos últimos párrafos:

- “El objetivo de la vida, para el Espíritu es la plena felicidad”. Evidentemente la felicidad que se deriva de la comprensión, de la serenidad, de la “paz” espiritual.

- La “capacidad para evolucionar” del Espíritu. Ello es lo que nos hace totalmente diferentes de la materia; ésta cambia sus propiedades, “evoluciona” por la acción del Espíritu; aquél (el Espíritu), evoluciona  por la fuerza de las situaciones vividas y, al fin, por su propia voluntad.

- “La felicidad del ser inteligente es la única forma de comprender los mecanismos de la vida universal”. (…) “Podemos pensar que la creación del ser Inteligente obedece a la planificación de la vida universal”. La “Vida Universal” (suponemos que se refiere a Dios) no tendría razón de ser sin la presencia del ser inteligente en pos de su felicidad. Recordemos al respecto un lúcido texto de Leon Denis (”El Gran Enigma: Dios y el Universo”, cap. III): “Nosotros estamos unidos a Dios por la relación estrecha que une la causa al efecto y somos tan necesarios a su existencia como él lo es a la nuestra.”

- “La individualidad y la personalidad de los seres humanos permiten comprender la naturaleza inteligente, inmortal del Espíritu”. Ciertamente es así, y esta es la base de la comprensión de la realidad de la vida espiritual y del progreso indefinido. La base es la existencia y la inmortalidad del Espíritu, de ahí todo lo demás deriva de una forma armónica, sucesiva, inevitable. Allan Kardec ya enfatizaba esta realidad (“El Libro de los Médiums”, cap. III, nº 19): “En el Espiritismo, la cuestión de los Espíritus es secundaria, está en segundo término. No constituye el punto de partida. (…) Visto que los Espíritus no son otra cosa que las almas de los hombres, el verdadero punto de partida es, pues, la existencia del alma”. Por ello, hace muy bien el autor en rematar su obra con este básico concepto como es el de la inmortalidad del alma. ◙

 

¿PUNTO y FINAL?

Sí, evidentemente, llegamos al punto final de estos comentarios sobre este opúsculo del Dr. Regis. Pero, de ninguna de las maneras puede ser un punto final en cuanto al interés que nos ha suscitado su lectura. Esperamos haber sabido transmitir –a pesar de nuestras limitaciones-, aunque sea mínimamente, el interés que nos han de despertar obras de este calado; obras, por otra parte, poco habituales en el panorama espiritista mundial. Obras mediúmnicas, muchas veces de corte novelado, hay muchas –con todo nuestro respeto y consideración por ellas-, sin embargo, aportaciones filosóficas, análisis de temas morales, estudios sobre fenómenos mediúmnicos, hay muchos menos. Y estos últimos son aún más necesarios que los primeros. No dudamos que es verdad que la literatura medianímica es de gran utilidad para personas recién llegadas al contexto espirita. Pero, no es menos cierto que se necesitan obras de reflexión espiritista; obras de reflexión y estudio como se dan, evidentemente, en todas las disciplinas científicas y filosóficas. Ésta es una manera consciente, lenta (pero, segura), de mostrar al entorno no espiritista que se trata de una doctrina seria, que cuenta con pensadores responsables y lúcidos que pueden ayudar a comprender un poco más los misterios de la vida… y de la muerte. Asímismo, estamos convencidos de que somos muchos los espiritistas que necesitamos que personas del calibre de Jaci Regis, piensen, estudien, analicen y reflexionen sobre las vicisitudes de la vida, a la luz del Espiritismo, y nos ayuden a entender mejor algunos aspectos doctrinales complejos.

Terminamos, recomendando la lectura de este opúsculo. Seguro que será de utilidad y provecho para todos los que a él se acerquen sin preconceptos. No queremos perder la ocasión de recomendar algunas obras, entre otras, del autor (algunas en castellano y otras en portugués); sólo viendo los títulos ya nos damos cuenta del interés de las mismas:

▪ Amor, casamento & familia

▪ Introducción a la doctrina kardecista

▪ Comportamiento espírita

▪ A delicada questão do sexo e do amor


[1] La frase ideal sería: “es un sistema evolutivo, filosófico, moral y científico completo”. Sin embargo sólo podemos abrigar pretensiones científicas, ya que las realidades científicas no parecen estar actualmente en el contexto espiritista. No obstante, sí que se debería tener talante científico, especialmente en lo que respecta a la evaluación de la mediumnidad.

[2] A nosotros, como al Dr. Regis, también nos gusta escribir la palabra Espíritu con mayúscula, por ser una referencia clara a la forma de escribir este vocablo por parte de Allan Kardec.